Lo que son las cosas. Michael Schumacher, felizmente retirado de la competición la pasada temporada, lleva unas semanas siendo el centro de la rumorología que pretende subirlo nuevamente a un monoplaza, sin que el alemán presente la más mínima intención de volver a competir en la Fórmula 1, y habiendo ya desmentido por dos ocasiones esos rumores de vuelta. La primera, cuando algún medio apuntó que podría subirse al McLaren como compañero de Hamilton (que tiene guasa), y la segunda, ayer mismo, cuando desmintió los rumores de vuelta que habían disparado su retorno a los circuitos en los tests de Barcelona.
Y en el otro lado de la balanza, tenemos a su hermano pequeño, Ralf Schumacher. Ralf ha estado todavía corriendo esta temporada, muy probablemente porque Toyota se pilló los dedos ofreciéndole un contrato multimillonario a largo plazo. Pero es evidente que mientras ningún equipo competitivo quiere a Ralf subido en unos de sus monoplazas, el alemán de 32 años se aferra a cualquier opción que pueda mantenerle en la Fórmula 1. Se comenta que Ron Dennis todavía se está riendo desde el día que Ralf tanteó sus opciones de sentarse en un McLaren la próxima temporada. Y viendo que se le acaban los cartuchos, Ralf Schumacher se subirá a un Force India (antiguo Spyker) del 4 al 6 de diciembre en el circuito de Jerez.
El hermano “bueno” que no quiere correr y lo colocan en cualquier escudería puntera, y el hermano “malo” que quiere correr a cualquier precio y apenas lo quieren ni en las escuderías más modestas.
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