
Los fabricantes estadounidenses de automóviles decidieron hace unos meses llevar al gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, ante los tribunales.
Pero no por las escenas que perpetró durante su carrera cinematográfica, sino porque consideraban que las normas de emisiones de gases contaminantes solo pueden ser aprobadas por el gobierno central, y no por un simple gobernador de estado.
Pero resulta que la justicia se ha puesto, al menos de momento, de parte de Conan el Bárbaro. El juez ha estimado que tiene autoridad suficiente para, espada en mano, cortar las emisiones de los coches matriculados en su estado.
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